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Buscar el origen (de "ese resto")

  • Causa Psi
  • 15 ene 2017
  • 3 Min. de lectura

Haciendo foco en nuestra constitución psíquica, creo que puede comprenderse porque nos pasamos la vida "buscando" nuestro origen biológico. Una búsqueda que nos llena de expectativas, incertidumbre, frustración, y enojo entre otras cosas. La pregunta ya no radica en porqué buscamos, (pregunta muchas veces hecha por la sociedad de forma retorica, ya que la respuesta está implícita en ella “nunca vas a poder saber la verdad, conformate, aceptalo); o en a quién buscamos, (ya que muchas veces lo que buscamos no es una persona física, sino una verdad). La pregunta apunta a qué buscamos, ¿Qué buscamos detrás de lo que perseguimos?...

El ser humano nace en un estado de pre maturación, el psicoanálisis ha dado cuentas que la necesidad de un otro no solo tiene que ver con la satisfacción de las necesidades vitales sino también con dar respuestas a las necesidades de la psique. Sin estas respuestas el bebe puede rechazar la vida. En un primera instancia vital la función materna a través de su voz es la que comunica entre si los dos espacios psíquicos.

El discurso materno acuna, comenta predice, acompaña la estructuración psíquica; el bebé recibe este baño simbólico del otro y lo metaboliza a través del principio de placer-displacer, no existe todavía una diferenciación interior de exterior, es este encuentro inaugural el que da lugar a la actividad psíquica primigenia, por medio de las inscripciones provenientes de la madre (del otro).

La relación objetal madre-exterior es posterior,es decir el niño no ve a una medre como figura ya que el registro de exterioridad es a través de la vivencias de satisfacción, el niño se siente satisfecho con el alimento, los cuidados el calor y el olor de su madre; y es ella la que ofrece las herramientas para que el niño registre e intuya la existencia de un exterior, de un afuera.

Pensando en un niño “adoptado”(lo pongo entre comillas para ser políticamente correcta y no entrar en debates como apropiación-sustitucion de identidad), existen en su experiencia subjetiva formas de inscripción de acuerdo a como ha sido el contacto con el otro (madre biológica), huellas que en el futuro cuando exista la madurez necesaria del yo, serán elaboradas a través del proceso secundario y exigirán ser simbolizadas por medio del lenguaje, dándole un sentido a la vivencia.

Las primeras inscripciones provenientes de la madre, son signos de percepción primaria; pequeños signos que son casi inadvertidos por nuestra psiquis, signos que si logran pasar al pre-consciente se produce la simbolización que da lugar al sentido y la significación, de no ser así es probable que algo de esto no significado “puje”, insista, en ser puesto en palabras.

Las improntas del pasaje del pecho a la mamadera en un niño criado por su madre biológica dejan determinadas huellas psíquicas por ejemplo la diversidad del objeto placentero de la zona erógena oral, acompañada de diferentes signos de percepción (perfume de la madre, piel, sensación táctil entre otros) y llevarán al niño a encontrarse con un registro de otra textura, otro sabor, aunque algunos signos permanecerán idénticos. Esa combinación entre lo diferente que se presenta y lo que permanece idéntico, dan cierta sensación de contigüidad.

Ahora bien, cabe cuestionarnos qué ocurre en un bebe que ha perdido su objeto primigenio (madre biológica). Puede pensarse que las precepciones primarias (por pocas que sean) se verán metaforizadas, y los lazos metonímicos sufrirán una fractura (es decir, estas percepciones no solo no serán pasibles de pasar al pre-conciente, sino que la posiblibilidad de que se desplacen como un recuerdo se fractura, se quiebra), por lo cual se produce una re-transcripción parcial de, olor, textura y voz, que guardaran restos (sexualizantes y amorosos) del objeto primigenio. Restos perdidos que no dejan de buscarse nunca, “restos” que nos motorizan hacia la búsqueda no solo de “esas” huellas, sino de nuevas. Nuevas huellas que siempre dejan un resto de insatisfacción, “porque no era eso lo que buscábamos”.

Búsqueda que aunque nos impide disfrutar de lo que tenemos, de nuestros afectos, de lo que somos hoy, seguimos repitiéndola incansablemente…

Porque repetir es de alguna manera recordar lo que estamos buscando.


 
 
 

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