De-limitar la imputabilidad
- Causa Psi
- 5 ene 2017
- 3 Min. de lectura

Hace tiempo concurrimos a hacer una práctica en una residencia socio-educativa (lo que antes era un penal de menores). En todo el año que transcurrimos en esa práctica, vimos como se intentaba instaurar la ley dentro del dispositivo y las resistencias que operaban no solo por parte de los jóvenes, sino también de las autoridades y en la sociedad misma.
Podríamos hablar del cambio de paradigma que propició estos nuevos dispositivos, o abrir la discusión en torno a la efectividad o no de los mismos, inclusive poner en tela de juicio si la pena se hace mas efectiva en relación a la edad de imputabilidad, podríamos... pero nos parece mas interesante contar lo que vivenciamos trabajando ahí...
En la residencia, viven los chicos que habiendo cometido un delito penal y por ser menores de edad, están restringidos de su libertad. El objetivo, más allá de cumplir una sanción, es la re inserción social. Para ello además de concurrir al colegio, ya que no tienen terminada la escolaridad, concurren a un centro educativo socio laboral en el cual se les ofrecen distintos cursos para acceder a un oficio. Poseen salidas transitorias pautadas, con la finalidad de re vinculación familiar y social.
Dentro del centro tienen tareas convivenciales, horarios y actividades pautadas, como la asistencia a las asambleas, a una terapia individual y una charla en torno a sus salidas; si bien tienen la posibilidad de las mismas se hace un control tanto cuando salen como cuando entran. Poseen también atención médica, odontológica y acompañamiento al juzgado en relación a sus causas legales.
Estructuralmente la residencia tiene desde el exterior, un aspecto similar al de una escuela; los muros son bajos, las paredes están pintadas de color blanco y los portones lucen como el acceso a una institución educativa; se podría decir para ser más exactos que se parece a un centro de educación Física; y desde el interior, podría decirse que tiene una mezcla entre casa de familia numerosa e internado. Lo primero que se ve cuando uno traspasa el portón es un playón a modo de cancha de Padlle, bordeándolo se observa una gran galería en la cual desembocan en el frente las habitaciones, en un lateral el comedor, la cocina y las oficinas, y en el otro lateral, el sum y una habitación más. Desde una mirada espacial concreta es significativo que la estructuración del mismo tiene como centro el espacio abierto, (la cancha de padlle); el espacio de libertad se presenta así como preponderante, y alrededor del mismo una protección implícita (un lugar donde descansar, comer, estudiar y donde recrearse ociosamente) protección que lejos de ser asistencial debe ser conseguida a través de pautas y normas que los mismos deben cumplir.
A la residencia asistimos todos los lunes, hacíamos las entrevistas de relevo de los fines de semana, donde se hablaba con cada adolescente sobre su vinculación familiar, la escuela, los talleres y sus responsabilidades en la residencia. Conocimos las causas penales de cada adolescente y el mundo interno que cada uno nos quiso mostrar. La mayoría de ellos provenientes de hogares sumidos en la pobreza, con padres ausentes e historias de adicción . En ese año vimos pasar muchos chicos por la residencia; el egreso de algunos, la fuga de unos cuantos y la reincidencia en el delito de muchos.
Terminamos esta experiencia, interrogándonos sobre los limites, limites no solo importantes para resguardar a los que no cometemos "crímenes", sino también a los que los cometen. Limites que no crean bordes dejando grandes vacíos y nuevos desasosiegos en el sujeto.
Cada época se caracteriza por el modo en que el hombre enfrenta sus sufrimientos, crea sus síntomas y expresa su padecer. Esta época ha creado el modo “sin límite”, en el cual la paradoja planteada por Freud en su malestar de la cultura reaparece, en términos Lacanianos, como un real que no cesa de no inscribirse. Un real que irrumpe en ambos sectores generando una angustia que hoy empieza a motorizarnos para que pongamos el tema en discusión, sin dejar de hacernos cargo de la parte que nos corresponde.
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